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La magia de la luz roja

Ángel de Castro (Fotógrafo)

Publicado en el libro PERDIDOS EN LOS 80

Una de las inseparables Canon de Ángel de Castro a lo largo de su carrera

Voy a revelar mi negativo de los 80 en Zaragoza, en realidad una exposición fotográfica que está en mi memoria, dentro del encuadre perfecto de la juventud, lleno de sensaciones, ilusiones y descubrimientos a cada instante.

Una luz roja, la del laboratorio casero en el que compartía afición con mi padre al salir del colegio los viernes, lo iluminaba todo. Mi ciudad, mi moto, mi cámara de fotos… Mis Birras en el Tubo cuando me encontraba con Mauricio Aznar, roquero de pura cepa y entrañable tupé de aquella movida por las esquinas de la música rebelde y canalla que retraté.

Mauricio Aznar, componente de Golden Zippers y Más Birras, visto desde la cámara de Ángel.

Nada ni nadie nos podía detener en aquel amanecer profesional con mi amigo Julio Padillo. Pasábamos noches enteras en el cuarto oscuro, con los líquidos reposando en las cubetas y ampliando nuestra curiosidad por ver el resultado de nuestra captura sobre el papel. Una tarde, mi colega apareció con una botella, cuadrada, muy rara. La había mangado de su casa. Al poco tiempo descubrimos que con una copa de Cointreau con piña, se revelaban mejor las fotos. Con Julio aprendí, que todo es posible si te lo propones, por difícil que parezca.

Ángel sabía captar como pocos, el ambiente zaragozano de la época.

Su inquietud insaciable me contagió hasta que ingresé en la Escuela de Artes para aprender este oficio. Colaboraciones en revistas, el boletín del CIPAJ, fascines y otros trabajos me condujeron hacia uno de los fenómenos que con mayor fuerza latía en la Zaragoza de los 80: los grupos de rock. La fuerza de sus letras sinceras, de su poesía, estaban inspiradas en cualquier rincón de nuestra ciudad. Mi cámara y yo nos enamoramos de esas tribus que cantaban a la cruda realidad con una nota de inconsciente ingenuidad.

Ángel de Castro inmortalizado por otro gran fotógrafo y amigo, Javier Cebollada

Todo era natural y surgía sin artificios. No eran estrellas, solo chicos compartiendo y cantando sus historias en locales de ensayo, que se convirtieron en mi estudio para realizar portadas de discos, reportajes o simplemente fotografías para ellos.

Uno de ellos me caló hondo, Mauricio Aznar. Para mi representaba el espíritu y el alma de los 80. Más Birras era “mi grupo”. Había hecho fotos en sus conciertos, pero no nos conocíamos personalmente. Hasta que una tarde nos cruzamos en el Casco Viejo y empezamos a charlar. De las palabras pasamos a los hechos con unos botellines de Ambar y unas sardinas en “El Marrano”. Yo siempre llevaba la cámara encima y le dije que me gustaría retratarle.

Ángel siempre se movía por Zaragoza con su Yamaha Special

Dicho y hecho….nos montamos los dos en mi Yamaha Special (que aun tengo) y al poco rato estaba posando en las escaleras de su casa, con la solemnidad de la gente de carne y hueso, con el inseparable equipaje de las camperas y la guitarra. Echo de menos el revelado en blanco y negro, los colores y las notas de la verdad. La inquietud por descubrir el secreto de los carretes, de cuyo vientre nació la imagen de la contraportada de este libro. Añoro cómo, bajo la luz roja que me regaló mi padre aflora el músico tomando la escalera al cielo en busca de Cass, la chica más guapa de la ciudad que soñó para él Gabriel Sopeña.

Con los chicos de Más Birras posando para la eternidad

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Written by Doctor Pop

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